Esta riquísima carne rellena para variar es la receta que siempre hacía mi madre en los días especiales. Hay una diferencia con la que ella preparaba y es que yo suelo embridar la carne pero ella lo cosía. Tenía una enorme aguja de lana, enhebraba el cordel de cocina, empezaba por un extremo y hasta acabar el rollo no paraba. Quedaba perfecto pero yo no tengo tanta paciencia. Luego después de guisada y fría había que quitar el cordel con cuidado para no estropear la carne antes de cortarla.
INGREDIENTES:
1 aleta de ternera
Para el relleno:
Lonchas de bacon
Aceitunas sin hueso
2 huevos
1 bote pimientos morrones
Para la salsa:
1 cebolla
½ pimiento rojo
½ pimiento verde
2 zanahorias
2 dientes de ajo
1 vasito pequeño de coñac
PREPARACIÓN:
En primer lugar pedir al carnicero
que abra la carne en forma de libro y la deje lo más igual posible. En este caso para manejarla mejor, la corté en dos partes.
A continuación preparar los
elementos del relleno haciendo una tortilla francesa para luego cortarla en tiras. Hacer lo mismo con los pimientos y
las aceitunas partirlas por la mitad.
Extender la carne y darle unos
golpes con un macito para ablandarla y sobre ella poner los ingredientes del
relleno siempre en el mismo orden, da igual lo que se ponga primero, en este
caso una loncha de bacon, aceitunas, tortilla francesa y pimiento.
enrollar sobre si mismo
y embridar con bramante de cocina.
Enharinar el rollo y ponerlo en una cazuela con un poco de aceite
para sellarlo bien y que no se vayan los jugos. Reservar.
En el aceite sobrante echar la
cebolla, los pimientos, el ajo y las zanahorias en trozos grandes. Pochar
lentamente.
Cuando estén blanditas las verduras añadir el vasito de coñac y echarlo sobre la carne dejando que se evapore el alcohol. Añadir agua hasta cubrir los rollos y poner la cazuela al fuego para que se vaya haciendo poco a poco.
Para ver si está hecho se pincha con un cuchillo y si entra fácilmente es
que está en su punto. Apagar el fuego y dejar la carne en la salsa hasta que se
enfríe.
Sacar a la tabla y cortar en rodajas no muy gruesas con un cuchillo de sierra
con cuidado de que no se rompa.
Se puede triturar la salsa o dejarla tal cual.
Poner las rodajas en una cazuela, echar la salsa por encima, calentar y servir
caliente.
También se puede congelar en raciones y sacarla cuando se necesite que es lo que yo hice.
En este caso la salsa ponerla en un tarro sin llenar para que no explote, tapar y al congelador.